Definitivamente
el hablar de mis fetiches es algo fuera de lo común, y que jamás pensé hacer;
pero muchas veces es mejor hacerlo, que mantenerlo guardado ahí junto a los más
oscuros y lúgubres pensamientos.
Podría
pensar tal vez que mis sueños más oscuros y fantasías están relacionados con lo
sexual, como creen todos; pero la verdad es que va ligado directamente con la
música y todo lo que concierne a ella.
Al ver
un pentagrama bien formado, el escuchar un acorde bien tocado y el sentir el
latir de mi corazón rebelde al palpitar a mil con una buena melodía; hace en mí
sentir el mejor placer experimentado en lo largo de mi cuerpo.
Cada
nota ilumina mi mente y agarra mi corazón hasta llevarlo a volar junto al ritmo
que estremece mi cuerpo, mi alma y mi espíritu; sin importarme como, cuando, ni
donde estoy, para moverme libremente y querer gritar la letra enloquecedora que
palpita en mis labios.
Canciones
que han marcado mi vida, mi caminar, mi realidad y cada uno de los momentos
importantes de mi vida; basta con tan solo recordar ese momento y ligado viene
el sonar de la música que hace de ese instante un instante único del cual uno
posiblemente jamás se olvide.
Es por
eso que la música y el aprender diario en ella, me muestran lo espléndido que
es estar sumergido en este mundo tan supremo y sublime para quienes tenemos un
gusto exquisito por ella y, es más, hacemos de ella un vivir diario.
Por: Paúl Sánchez Páez
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